Cuando el tamaño es un problema

Hola amigos y amigas. Desde hoy voy a compartir con ustedes algunas preguntas que llegan a mi correo o que me hacen en la consulta, con el fin de contribuir a despejar dudas que seguramente tiene más de una persona en el campo sexual. Esta es la primera y poco a poco les contaré de otras inquietudes.

P: Apreciada doctora :

Sufro mucho desde que soy un adolescente porque tengo un pene muy grande. Tengo 26 años y mi pene mide 20 cm. Me siento avergonzado por esta situación ; tengo relaciones sólo con prostitutas porque no me atrevo a relacionarme con otras mujeres que se pueden quejar de dolor o asustarse. Qué puedo hacer ?

Atte. N.N.

R: Apreciado N.N :

No puedes hacer nada con respecto al tamaño de tu pene porque, como dice el estribillo de aquella canción conocida : “a quien Dios se lo dio San Pedro se lo bendiga”. A pesar de que el tamaño promedio del falo en estado de erección es de 12 a 18 cm, un pene que sobrepase esta medida no debe ser causa de preocupación ni vergüenza para su dueño.

La vagina, como receptáculo del pene durante el coito, es elástica; es decir, se acopla perfectamente al tamaño del  órgano viril. Si la penetración ocurre temprano durante la fase de excitación, antes que la expansión vaginal se haya desarrollado por completo, la mujer puede experimentar cierta dificultad en acomodar un pene erecto, particularmente uno de gran tamaño. Sin embargo, con los primeros movimientos peneales la vagina se sigue dilatando con rapidez hasta que resulta la acomodación completa.

Algunas posiciones también facilitan el coito cuando el pene es grande en tamaño o grosor y eso lo va buscando la pareja poco a poco hasta que ambos se sientan a gusto y lo disfruten.

Ahora que conoces esta parte de tu anatomía, estimado amigo, no te avergüences de tus genitales ni dejes que te causen angustia. 

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Parejas que castran

¿Sabías que existen hombres o mujeres castradoras? ¿Que cortan los genitales? !No! Nada de eso. El término se refiere a aquellas personas que en la cama les cortan las alas de la pasión a sus parejas y las dejan más frías que una nevera.

Lo explico mejor con un ejemplo: él está excitado y ansioso por tener sexo con ella; ambos están desnudos, acariciándose y besándose; de pronto y sin previo aviso, ella le dice: "ay no, ya no quiero, mejor lo hacemos otro día", y le da la espalda al pobre amante que estaba más erguido que una bandera en un día patrio.

Para que se hable de una persona castradora, debe reunir ciertas características:

1. Que rechace, critique, amenace o se burle de los atributos físicos o del desempeño sexual de su pareja, de manera frecuente y reiterativa. Ejemplo clásico es ese hombre cuasi-estúpido que en plena intimidad, le critica a su mujer los senos caídos o las estrías de su abdomen.

2. Cuando alguien se atreve a preguntarle a su pareja castradora el por qué de su constante actitud burlesca o criticona, esta última se ofende o simplemente responde que no sabe de qué le habla.

3. La persona castradora desde la sicología le tiene miedo al poder de su pareja, permitiendo que la manipule a su antojo. En el caso de los castrados, son hombres con poca tolerancia a la frustración y son pusilánimes ante las demandas de mujeres dominantes y agresivas; esta castración femenina es sutil y no necesariamente se encuentra a una mujer con un látigo en la mano, sino que castigan o censuran con palabras suaves pero llenas de cinismo o rabia. Una situación común ocurre cuando la mujer le dice a su hombre, entre risas y una vocecita inocente: "qué pene tan chiquirritico, parece un frijolito".

4. No sólo las mujeres pueden castrar a sus parejas en la intimidad. Conocí a un paciente que le insistía a su mujer en plena faena sexual: "¿ya llegaste?, ¿seguro llegaste?". Me contaba esta pobre mujer que era desesperante y le cortaba de inmediato la excitación, al punto que terminó con una frigidez total.

Tener a tu lado a alguien que te castre tu sexualidad implica muchas más cosas que la sexual. Afecta tu autoestima y tu seguridad como amante, llevándote a posibles disfunciones sexuales como la impotencia, la pérdida del apetito sexual o la anorgasmia. 

El castrador tiene rasgos sicológicos que pueden modificarse con la terapia sicológica, pero siempre y cuando esa persona sea consciente de su problema y busque ayuda profesional. De lo contrario, su pareja tendrá que vivir toreándola para que literalmente no le corte los huevos o la seguridad sexual.

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